Súper engórdame: a las empresas de comida rápida sólo les interesa vender

Todos en algún momento hemos probado una hamburguesa, papás fritas, pollo, pizza o cualquier otro alimento de Fast Food y disfrutado completamente su sabor. No lo podemos negar, algo tienen estos productos que nos hacen querer no parar de comerlos. ¿Qué será ese ingrediente secreto?, ¿el corte de la carne?, ¿el aderezo?, ¿o los químicos con los que fueron tratados los animales de las granjas industriales de donde seguramente provienen?, ¿los saborizantes y colorantes artificiales?

Bueno, probablemente, aún sigues pensando que se trata de una comida que podrías comer por el resto de tu vida, pero ¿en realidad tienes idea de cuáles serían las consecuencias de comer de esa manera?, ¿sabías que comerla a diario afectaría a tu cuerpo? Pues el documentalista y director de cine Morgan Spurlock podría resolver estas preguntas con toda certeza, ya que él mismo se sometió a un régimen alimenticio basado en el consumo exclusivo de comida rápida para comprobar en carne propia, cuáles son sus efectos en el organismo y cómo terminan desencadenando padecimientos como la obesidad.

Está película empieza con una escena alarmante: un grupo de niños que no rebasan los diez años, coreando todas las marcas de comida rápida como si se tratarán de ídolos. Casi todos esos niños no sólo demuestran su entusiasmo por estos alimentos, sino que corporalmente ya empiezan a dar señas de sobrepeso. Así, Morgan Spurlock parte de esta premisa para poner en evidencia los graves efectos de la comida rápida en exceso, sometiéndose él mismo a un experimento para echar un poco de luz en este tema.

Para este experimento, Spurlock probo el menú de McDonald’s durante 30 días, sin parar, además, de regularmente ir a consultar con un doctor, de qué manera se estaba transformando el organismo a causa de esta dieta tan peculiar. Obviamente, los resultados comenzaron a salir rápidamente, pues al tener las tres comidas en establecimientos de fast food, su consumo de calorías era de casi 5000, algo así como 9 Big Mac. Incluso la comida aparentemente saludable que existe en estas franquicias aumentaba considerablemente el conteo diario.

Para poder cumplir con la meta establecida, tuvo que seguir varias reglas muy estrictas respecto a su alimentación:

  • Comer sólo en Mc Donald’s, al menos tres veces al día.
  • No debe dejar ni un solo trozo de su comida.
  • Las porciones y tamaños de comida super size sólo pueden ser consumidas por él si los vendedores se lo ofrecen.
  • Toda la comida que consuma debe venir en el menú de la comida, incluso las bebidas, no importando si son refrescos o agua embotellada.
  • Finalmente debe realizar caminatas que cumplan el número total de pasos del estadounidense promedio: alrededor de 5 mil pasos por día, esto para estar en las mismas condiciones del ciudadano común.

Estos hábitos dieron muestras de sus consecuencias rápidamente, pues durante el segundo día de la dieta, a Morgan se le ofreció el tamaño Super Size, y al terminar de consumirlo presentó mareos, calambres en las manos, entumecimiento que culminó en náuseas y vómito, todo esto debido al gran nivel de grasa y azúcar que habían ingresado a su cuerpo en una sola comida compuesta por refresco, papás y una hamburguesa.

Otra referencia que nos puede dar una perspectiva rápida de lo preocupante de la situación es si comparamos el peso de Morgan al momento de iniciar y terminar el experimento. En el punto de partida, se trataba de un hombre caucásico con una altura promedio de 1.88m, por lo tanto, su peso era de 84 kilogramos.

Ahora, las cifras reveladoras: en tan sólo treinta días, aumento más de 10 kilogramos, y su masa corporal también se acrecentó a 26, cifra que superaba el rango sano para los hombres de su edad (en ese momento, Morgan se acercaba a los 30 años), además, empezaron a aparecer algunas señales de daño al hígado. Por supuesto, el nivel de grasa, colesterol, glucosa y triglicéridos se dispararon.

Pero las afectaciones de la peculiar dieta no sólo afecto a nivel orgánico, sino, también emocional: continuamente se sentía malhumorado, atravesaba de manera constante por episodios de ansiedad y de compulsión que se aliviaban un poco cuando llegaba la hora de la comida.

Esta reacción tan rápida se enfrenta directo contra los pronósticos que habían hecho los médicos elegidos por Morgan para vigilar el proceso de su experimento. A los cinco días, su peso ya había aumentado 4 kilogramos e iniciaba unos periodos de agotamiento que Morgan detalló como etapa depresiva en las que sentía un serio entumecimiento en la cabeza y una sensación constante de letargo, ha perdido el apetito sexual y sin embargo, no puede dejar de comer fast food.

Uno de los médicos señaló que este era el comportamiento clásico del adicto a la comida, y que de seguir con esta rutina prolongada podía alcanzar una obesidad considerable, que sólo podría ser tratada a través de métodos más complejos.

A los veinte días los amigos y familiares —e incluso uno de los médicos consultados— comenzaron a alentar a Morgan a detenerse, pues ya estaba presentando síntomas mucho más preocupantes, como palpitaciones y dolores extraños en el corazón. Aun así, y alentado por uno de sus hermanos, Morgan decidió que cumpliría con los treinta días.

Y lo hizo.

En el chequeo del último día, el doctor señaló que la pérdida de peso iba a ser muy difícil y debido al consumo de la fast food, había daños irreversibles en hígado y en el sistema cardiovascular. Aun cuando bajara de peso y llevará una alimentación balanceada, la posibilidad de un infarto estaría presente toda su vida.

¿Escalofriante, no es así? Aunque es cierto que estas fueron condiciones preparadas, si hacemos un análisis del número de calorías, glucosa y grasa que consumimos al día, no está muy lejos de esa cifra, o quizás estén desperdigadas en un lapso más largo de tiempo, pero eso no significa que no vaya a tener una afectación directa en un nuestro sistema hasta el punto de alcanzar obesidad mórbida.

Tampoco es válido pensar que por comer en casa no estamos en peligro de caer en la obesidad, pues afecta tanto la cantidad como el nivel de procesamiento de los alimentos. Si en casa comemos 4 días carnes, por supuesto que se puede presentar este tipo de problemas.

Super size me y Food Inc son dos películas muy valiosas que nos pueden ayudar a modificar nuestros hábitos alimenticios.