Abuso del alcohol: Sus efectos en el sistema inmune y en el cuerpo

Todo el mundo es consciente de que beber en exceso es peligroso y perjudicial para la salud, pero no hay una conciencia general de lo mucho que afecta a nuestra vida diaria y al funcionamiento habitual del cuerpo.

Como han demostrado muchos estudios llevados a cabo por universidades de todo el mundo, el consumo excesivo de alcohol bloquea la respuesta inmunológica innata inhibiendo la producción de ciertas proteínas.

Eso provoca que el cuerpo no sea capaz de luchar con la misma fuerza contra virus, parásitos e infecciones diversas que de otra manera sí que hubiera combatido.

Por ejemplo, una de las enfermedades más frecuentes entre las personas que beben en exceso es la neumonía causada por el Streptococcus pneumoniae. De hecho, un 50% de los pacientes de neumonía tienen malos hábitos relacionados con el alcohol.

El estudio que reveló este descubrimiento, llevado a cabo por la universidad estatal de Mississippi (EEUU), puso sobre la mesa que un 30% de las personas que padecían neumonía y tenían un historial de alcoholismo morían a causa de la enfermedad frente al 17% de los enfermos que no bebían.

Hay que tener en cuenta que el alcohol es una de las sustancias que más adicción generan en todo el planeta ya que en muchos países está bien visto el consumo de forma habitual, tanto durante las comidas como en otros momentos del día o la noche.

El daño que la bebida hace en el cuerpo es progresivo, por lo que cuanto más se beba y más tiempo se abuse de este hábito, peores efectos tendrá sobre el cuerpo. ¿Qué efectos tiene el consumo de alcohol a medio y largo plazo?

  • Abrasión de las capas protectoras del sistema digestivo superior (garganta, esófago, estómago), irritación de las paredes del estómago, inflamación y gastritis. Esto provoca a su vez acidez, problemas de digestión, náuseas, dolor, sangre en las heces y la orina.
  • Disminución de la capacidad del intestino de absorber nutrientes esenciales.
  • Alteración del funcionamiento del páncreas. Posibles peritonitis, pancreatitis, diabetes.
  • Daños importantes en el sistema nervioso, derivando en patologías como neuropatía periférica (flojera muscular, dolor, calambres), enfermedad de Wernicke (sensación de desorientación, excitación, pérdida de memoria) o Síndrome de Korsakoff (problemas para memorizar o aprender cosas nuevas, pensamiento rígido, reconstrucción aleatoria de los recuerdos).
  • Degeneración del cerebelo, que se encarga de coordinar los movimientos y el equilibrio.
  • Problemas graves en el corazón, como la cardiomiopatía alcohólica, que deriva en problemas respiratorios, arritmias y edemas.
  • Hígado graso. Puede derivar en hepatitis y/o cirrosis.

Muchos de estos problemas desaparecen o al menos, consiguen estabilizarse si disminuye el consumo de bebida y se hace una dieta controlada y saludable. En caso contrario las patologías se agravan y algunas pueden llegar a causar la muerte.