Está científicamente comprobado que las células cancerígenas se “alimentan” de glucosa como fuente de energía para crecer. De ahí que pueda inferirse que reducir la ingesta de calorías no sólo ayudará a mantener un peso saludable, sino que, además, será la mejor prevención contra los diferentes tipos de cáncer. Los sí y los no de la dieta
En 1944 un investigador llamado Otto Warburg demostró que las células cancerígenas usaban solamente glucosa como fuente de energía para crecer y, que eran incapaces de usar proteínas, grasas y cuerpos cetónicos (moléculas que proceden del metabolismo de las grasas), a diferencia de las células normales.
Este descubrimiento merece ser divulgado y no guardado en un cajón dado que es una de las maneras de protegerse del cáncer y al mismo tiempo, de prevenir la obesidad.
Hay una asociación directa entre el peso corporal y el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer, ambas son patologías muy frecuentes y ejercen un alto impacto en la sociedad.
Tanto la obesidad, como los alimentos refinados compuestos de harinas y azúcares producen ciertos cambios endócrinos que podrían ser responsables de la aparición de cáncer de próstata, cáncer de mama y cáncer de colon.
Las células normales de nuestro cuerpo, nuestros músculos, corazón, los huesos, son tan eficientes que pueden vivir, multiplicarse y cumplir todas sus funciones recibiendo la energía desde las proteínas como las carnes (vacuna, porcina, pescado, aves), la clara del huevo y las legumbres (lentejas, judías, garbanzos, guisantes).
Si comemos una porción de carne magra con ensalada, o una porción de revuelto de guisantes con huevo estamos alimentando la estructura de nuestro cuerpo para que crezca porque estos alimentos son pura proteína, con bajo porcentaje de glucosa.
Las células normales pueden utilizar las proteínas para extraer energía, además de cumplir la función de estructura. Una célula cancerígena no puede hacer esto, ya que es tan inmadura que no tiene la capacidad suficiente para transformar una proteína (cuya función principal es ser estructura) en glucosa, cuya función principal es dar energía.
La célula cancerígena sólo utiliza la glucosa (azúcar blanca, miel, arroz blanco, patata, pastas de harina blanca) a una velocidad 100 veces mayor que cualquier célula normal del cuerpo para poder vivir y multiplicarse, porque su nivel de multiplicación es mucho más veloz que el de las células normales.
Si una persona tiene cáncer y le damos alimentos que se transforman rápidamente en glucosa será tomada por la célula cancerígena mucho más rápido y con mayor avidez que las células normales, produciendo su crecimiento y su mayor multiplicación.
Por otro lado, experimentos que se hicieron en animales e incluso en el ser humano acerca de la “restricción calórica”, demostraron que previene el cáncer, el sobrepeso y la epidemia de enfermedades cardio y cerebro vasculares.
La “restricción calórica” es la disminución de las calorías totales que se consumen y se logra por medio de la ingesta de alimentos necesarios para el crecimiento de un niño, con todas las proteínas, los minerales y las vitaminas que son esenciales, pero eliminando las calorías que derivan de los hidratos que se absorben con mucha rapidez, como los cereales refinados (harina blanca, arroz blanco, avena extrafina, maíz refinado y azúcares, los dulces y la patata).
Sacar las calorías que proceden de las harinas, los dulces, el arroz blanco y la patata, previene el sobrepeso, dado que la única hormona que sintetiza grasa es la insulina, y al no estimular esta hormona se disminuye la producción de grasa. Estos alimentos refinados son los más fuertes estimuladores de la insulina.
La restricción calórica, que es el mecanismo fisiológico para mantener un peso saludable, no requiere de una balanza, pero es esencial el equilibrio de la química cerebral y el contacto con uno mismo para saber lo que el cuerpo está necesitando.
¿Por qué es tan importante mantener la insulina normal o baja antes y después de una comida a lo largo de la vida?
Porque la insulina es la única hormona que introduce la glucosa de los alimentos dentro de las células. Comer un exceso de dulces o fideos estimula la insulina a niveles muy altos que exceden la función de introducir la glucosa en las células por lo que ésta se encargará de producir grasa a partir de estos alimentos como mecanismo fisiológico pero que lo transformamos en nocivo por los hábitos de vida (consumismo).
Por otro lado, la misma insulina alta que tiene el 70% de la población de los EEUU, estimula el crecimiento de células cancerígenas. Está demostrado que la insulina estimula una enzima que aumenta la proliferación del cáncer llamada tirosinakinasa.
Por esta razón hay una relación directa entre la obesidad y el cáncer de mama, próstata, útero y colon.
Por contrapartida, la restricción calórica, o sea, comer saludablemente carnes, legumbres, clara de huevo, frutas y verduras mejoró el pronóstico del cáncer de próstata con evidencias científicas al disminuir el tamaño de este tumor.
El índice glucémico es un valor que usan los médicos para saber cuándo un alimento sube mucho o poco la glucosa en la sangre y también, paralelamente, subirá la insulina.
Es muy bueno para prevenir el cáncer y la obesidad comer alimentos con índice glucémico bajo, como son: las lentejas, judías, garbanzos, guisantes, verduras, nueces, carnes, huevo y frutas, porque estos alimentos ya tienen probado que no suben rápidamente la glucosa en la sangre, y por lo tanto no estimulan la insulina evitando el aumento de grasa y también evitando la posibilidad de crecimiento de la célula cancerosa.
Establecer la costumbre de comer sanamente y hacer actividad física es indispensable para evitar el exceso de peso y la obesidad. Un descenso de tan sólo un 5 o 10% del peso total puede proporcionar incontables beneficios para la salud, como lograr bienestar tanto físico como psíquico, y también proteger de graves patologías, como el cáncer.