Año nuevo, vida nueva

Quizá se trate de una frase trillada, posterior a la euforia del festejo de fin de año, donde acostumbramos  pedir 12 deseos y hacer propósitos de año nuevo.

¿Pero quiénes realmente toman en serio esta frase?

Pasan las fiestas,  iene la cuesta de enero, vienen las preocupaciones que dejamos suspendidas por las posadas y eventos familiares, los sentimientos de culpa por haber gastado demás, o porque subí de peso, o porque el maratón Guadalupe Reyes no me dejó fuerza para más. Olvidamos estos propósitos y nos dedicamos a resolver estos “pequeños problemas” y seguimos con la inercia de hacer exactamente lo mismo que el año pasado,  y adiós a los deseos de cambiar.

Año Nuevo, Vida Nueva es una frase mucho más profunda.

  • ¿Qué significa realmente?
  • ¿Al tratarse de un nuevo año mágicamente será distinta la vida?
  • ¿Dejaré de cometer los mismos errores?
  • ¿Cambiaré mis costumbres?
  • Eso deseamos, la pregunta es
  • ¿Cómo funciona?
  • ¿Cómo puedo hacer de este símbolo de cambio de año una fuerza que me lleve a ser más feliz, o a resolver un conflicto?

La representación simbólica de dar un inicio de año, la fiesta que se hace,  la euforia que nos embarga, es una gran motivación, es una fuerza, pero desafortunadamente, esta fuerza puede durarnos el tiempo que dure el festejo, y al enfrentarnos a nuestra vida cotidiana, la olvidamos.

Cada año nuevo es una nueva oportunidad para tomar al toro por los cuernos y decidirnos a buscar la felicidad. Las tradiciones se basan en sabiduría popular.  ¿Para qué marcar que termina un año y empieza otro, si en la realidad las cosas son exactamente igual? La tradición lo que busca es precisamente llevarnos a pensar en nuestras metas y deseos,  en nuestros sufrimientos y nuestras carencias y darnos la oportunidad de tener el valor de hacer algo al respecto.

¿Qué sucedería si me detengo un ratito y hago una evaluación de los sucesos de mi vida, o al menos, del último año? Si nos damos tiempo dentro de estos festejos, para pensar con profundidad acerca de lo bueno y lo malo del año anterior,  de aquéllas cosas que nos preocupan o nos entristecen, de las cosas que siempre hemos deseado hacer y no hemos podido,  de los sueños sin cumplir, etc. Si realmente  nos detenemos a hacer un análisis de la vida,  con facilidad encontraremos  aquello que nos gusta o lo que no. Enfrentarnos a nuestra realidad aprovechando este corte de pasar de un año “viejo” a un año “nuevo”  es más sencillo, que si lo hacemos en otro momento. Siempre que algo termina es inevitable que hagamos una evaluación. Es por eso que es casi en automático que al estar en estos días, tengamos fresco en nuestra memoria lo que queremos, lo que no queremos, lo que quisiéramos cambiar. Es difícil negar la realidad en un punto donde el calendario cambia.