Consejos en caso de catarros: fiebre, mocos y tos

Los métodos clásicos dicen que hay que administrarle todo tipo de jarabes –para bajarle la fiebre, para la tos, etc. Al mismo tiempo, existen métodos más suaves que, en vez de cortar los procesos naturales del cuerpo de lucha contra los virus, le ayudan a mejorarse, algunas veces de forma muy rápida y sorprendente.

Así que aquí vienen los consejos:

Para la fiebre

Cuando hablo sobre la fiebre, siempre me refiero a la temperatura corporal de por debajo de los 39 grados. Se sabe que el hecho de que un niño tenga fiebre alta es muy buena señal. La fiebre nos dice que el cuerpo funciona correctamente y lucha contra unos cuerpos ajenos. Cuando se administran jarabes contra la fiebre, en realidad, en vez de ayudar al organismo, le hacemos un flaco servicio. Si el niño aguanta la fiebre, sin presentar un estado de sufrimiento severo, le dejamos en paz. La madre tiene que estar presente, cogerle en brazos y asegurarle el amor incondicional. En las situaciones cuando ya se está quejando, hay dos alternativas: una es la de los calcetines mojados en agua fría y vinagre de manzana (proporción 1:1) y compresas con agua fría en la frente; y la otra, para los más valientes, es desnudar al niño y envolverle en un trapo/mantita finita mojada en agua caliente, pero más o menos de la temperatura normal del cuerpo, es decir alrededor de los 36 grados.

Es muy importante no forzar al niño a que coma, porque toda la energía del cuerpo irá al estómago y a la digestión y no contra el virus. Es conveniente insistir en que se hidrate: con caldo concentrado de verduras, infusiones (no tés que vienen en gránulos para niños o bebés –contienen una cantidad exagerada de glucosa, además de los aditivos), compotas sin azúcar o limonada con miel. Como he aprendido de otros, en caso de enfermedad, la eliminación es más importante que la aportación. La hidratación ayuda al cuerpo eliminar las toxinas y así se le acelera la recuperación.

Para la nariz tapada y los mocos

Lo más fácil y eficaz es usar la inhalación de agua marina y después el aspirador nasal. También se puede preparar agua para la inhalación de la siguiente forma: hervimos unos 5 litros de agua, con dos puños de sal marina, una cebolla cortada en cuatro, y plantas medicinales de tipo lavanda, menta, caléndula, sauco, tila, tomillo, etc. (lo que tengáis en casa, pero siempre las plantas y no los saquitos de infusión) y aceites esenciales –10 gotas de aceite esencial de menta o 5 de aceite esencial de eucalipto. Desnudamos al niño por la parte de arriba; dejamos la olla con la infusión preparada en el suelo, tapada; cogemos al niño en brazos con su espalda pegada al nuestro pecho. Es importante sujetarle bien, con cariño pero que esté bien sujeto. Nos inclinamos hacia la olla, en la dirección del vapor, a una distancia de un metro aproximadamente. ¡Tened cuidado que no le queme la cara el vapor! Nos cubrimos con una toalla muy grande o con una manta de tela natural. Al acabar, masajeamos al niño con una toalla y le vestimos. Sacamos los mocos, si no hayan salido todos, con el aspirador. Se recomienda una vez al día, por la noche, si hablamos de casos leves, y dos veces en casos graves. En caso que le hagamos la inhalación durante el día, no salimos fuera las 2-3 horas siguientes.

Para la tos

La milagrosa cebolla cortada en cuatro, aunque difícil de aguantar para los demás, da resultados inmediatos. La ponemos en el cuarto del niño durante la noche. En el pecho podemos aplicar un cataplasma, a temperatura ambiental, de linaza hervida en poca agua, hasta que se transforma en un gel, unas 3-5 veces al día. ¡Cuidado con que no esté muy caliente! ¡Comprobadlo con el codo! En la garganta podemos poner una compresa de patata rallada, muy finita y bien escurrida. La ponemos en un trapo y la colocamos alrededor de la garganta. ¡Cuidado que mancha y las manchas no se quitan!