Nuestro cerebro está programado para cumplir dos funciones principales, procrear y sobrevivir. Aunque algunas personas de manera innata son capaces de ser felices la mayor parte del tiempo para la inmensa mayoría de nosotros es necesario entrenar a nuestro cerebro, las partes más evolucionadas del mismo, para que nos ayude a crear unas condiciones de vida a nivel interno y externo que nos permitan sentirnos bien y en definitiva ser felices.
En este artículo aprenderás las claves para poder entrenar a tu cerebro y que se convierta así en tu mejor aliado para poder cambiar tu vida y mejorar tu nivel de bienestar y felicidad.
El Origen de la Felicidad
«¿Cuál es el parásito más resistente? ¿Una bacteria? ¿Un virus?» «Una idea. Resistente, altamente contagiosa. Una vez que una idea se instala en el cerebro es casi imposible erradicarla. Una idea que está totalmente formada, totalmente entendida se queda ahí, en alguna parte de la mente.»
Esta maravillosa cita está sacada de la película Origen y resume perfectamente la importancia de las ideas, de los pensamientos. Todo logro, desde las hazañas deportivas, los más increíbles descubrimientos o los avances médicos y tecnológicos más importantes han partido de una idea. Una idea es la semilla del cambio y el origen de una vida satisfactoria.
Mucha gente se pasa la vida centrándose en sus circunstancias externas e intentando llevar a cabo cambios en su vida una y otra vez para conseguir que muy pocos acaben siendo importantes y permanentes. Puedes cambiar de coche, tu manera de vestir, de casa o de pareja pero mientras no modifiques tus pensamientos, y con ello tu manera de actuar, tus circunstancias acabarán siendo muy parecidas.
Dedica tiempo a cuidar y entrenar a tu mente
Resulta sorprendente que tantas personas pasen infinidad de horas cuidando su cuerpo y que en comparación sea tan reducido el número de personas que cuidan su mente. Aunque en otras culturas está mas extendido nuestra cultura occidental se centra más en el logro externo, en cultivar una imagen positiva de cara al exterior. No hay nada de malo en querer lograr logros externos, de hecho es muy positivo, el problema está cuando solamente nos centramos en la búsqueda de la aprobación y admiración sociales dejando de lado la importancia de trabajar el interior.
Entrenar y cuidar tu mente es algo tan sencillo como dedicar tiempo a prestar atención a tu interior. A comprender qué ideas están limitando tu vida o qué necesidades no has atendido adecuadamente y lo más importante, aprender a modificar esas ideas y a atender esas necesidades. También es fundamental aprender a relajar y calmar la mente para poder adoptar una actitud más proactiva y menos reactiva en la vida diaria.
Tu mente crea tu realidad
Durante un día cualquiera todos nosotros tenemos infinidad de pensamientos que invaden nuestra mente. La inmensa mayoría de esos pensamientos se repiten una y otra vez durante nuestra vida. Cuando un pensamiento es aceptado por la mente y ésta lo interioriza este pasa a ser una creencia. Una creencia no se discute, solamente se acepta como algo cierto. Esto ocurre especialmente durante la época de la infancia cuando el cerebro es más moldeable y mucho más permeable a los estímulos externos.
Lo que finalmente ocurre con estas ideas que se van fijando en el cerebro es que acaban definiendo la realidad interna, la personalidad, y la realidad externa, las circunstancias, de la persona. La realidad en lo que nos movemos a diario, en lo referente a emociones, sentimientos, acciones y actitudes, no es más que un condicionamiento que nuestro cerebro ha creado. Esto explica por qué ante un mismo estímulo la mayoría de las personas reaccionan del mismo modo una y otra vez.
El problema aparece cuando ese condicionamiento no está ayudando, sino perjudicando a la hora de conseguir metas y en definitiva lograr un nivel de vida satisfactorio. Personas con baja autoestima, personas que no se ven capaces de lograr algo, acaban por tener varios aspectos de su vida muy por debajo de lo que serían capaces de conseguir si tuviesen más fe en sí mismos. Al final la mente acaba por aceptar esas ideas y presentando una visión enormemente limitada del mundo.
Tú puedes modificar tu cerebro
El término neuroplasticidad, tan de moda hoy en día, se define como la capacidad del cerebro para crear y modificar conexiones sinápticas, las producidas entre neuronas, en respuesta a alguna experiencia como cambios en el entorno o una enfermedad o lesión. Esta capacidad del cerebro para modificar sus conexiones internas ocurre durante toda la vida del individuo, lo que demuestra la capacidad que todos tenemos para cambiar nuestra personalidad y por ende nuestra manera de actuar.
La neuroplasticidad no es un término de la llamada ciencia «new age» sino una capacidad humana que numerosos estudios han demostrado más allá de cualquier duda. El psiquiatra canadiense Norman Doidge refleja varios casos en su libro el cerebro que se cambia a sí mismo. Una lectura muy recomendable para quien quiera indagar en el tema sin necesidad de poseer conocimientos previos en la materia. Aunque pueda parecer algo relativamente nuevo entre los pioneros que defendieron la capacidad moldeable del cerebro encontramos a Ramón y Cajal.
Otro aspecto que debemos tener en cuenta sobre la neuroplasticidad se encuentra en la teoría Hebbiana. Esta teoría fue promulgada en 1949 por el psicólogo canadiense Donald O. Hebb dentro de su libro la organización de la conducta. La teoría se basa en un principio básico: «dos células que se activan juntas refuerzan su conexión». Esto implica que cada vez que repites patrones de pensamiento estás reforzando tus viejas ideas, tus viejas creencias y por tanto tu conducta.
Si estas ideas y creencias son negativas afectarán en gran medida a tu vida y mientras no aceptes la idea de que puedes cambiarlas pensarás que tus circunstancias condicionan tu vida, cuando la realidad es que el mayor condicionante es la manera de afrontar dichas circunstancias. El conocimiento de esta capacidad cerebral ilustra perfectamente lo que pretendo que aceptes más allá de cualquier duda, que tú puedes cambiar tu cerebro, tu mente, tu actitud y por tanto tu vida. Ahora vamos a aprender a aplicar este conocimiento para mejorar tu vida.
Cómo entrenar a tu cerebro
Hay dos maneras básicas de entrenar y modificar tu cerebro. Por un lado los estímulos externos y por otro lado un método de tipo endógeno usando tu propia mente.
Cómo hemos visto antes el cerebro es moldeable a la experiencia. Esto implica que los estímulos que el cerebro percibe están condicionando tu vida diariamente. Si realmente quieres cambiar tu vida no puedes limitarte a pensar y actuar de la misma manera que la hacías ayer o que llevas haciendo durante mucho tiempo. Debes empezar a actuar de manera diferente y entender que debes sentir cierto grado de incomodidad.
¿Cómo es posible modificar ideas que se han repetido una y otra vez en nuestra mente? La respuesta es muy sencilla, introduciendo nuevas ideas. El aprendizaje modifica la mente, la manera de pensar. Cuando consigues introducir nuevas ideas en tu mente sobre un tema importante en tu vida y empiezas a ponerlas en práctica, tu mente y tu cerebro empiezan a cambiar y con ello tu actitud y tus circunstancias. Para llevar a cabo un cambio importante en la vida es fundamental exponer el cerebro a nuevas ideas que a base de ser repetidas sean interiorizadas y aceptadas por el cerebro. Estas ideas deben reflejarse en acciones hasta que se conviertan en hábitos y formen parte de tu rutina.
Otro aspecto muy importante es cuidar los estímulos externos, desde las personas de nuestro entorno hasta la información que permitimos que entre en nuestro cerebro de manera habitual. Los estímulos que recibes están condicionando tu manera de ver el mundo, si aprendes a controlarlos controlarás tu percepción de la realidad.
El segundo método para entrenar a tu cerebro se basa en ejercicios de meditación y visualización. Es necesario tomarse un tiempo a diario para cuidar y apaciguar la mente de la vorágine de actividad cerebral que sufre a diario. Algo tan simple como dedicar quince minutos al día antes de levantarte te aportará enormes beneficios y te ayudará a sentirte más calmado y ser menos reactivo ante las situaciones. También se ha demostrado que la meditación diaria se asocia a niveles elevados de activación de zonas cerebrales relacionadas con la felicidad como la corteza prefrontal izquierda
Por último, pero no menos importante debemos trabajar con la visualización. La visualización es otra manera muy eficaz de entrenar al cerebro. Hay zonas cerebrales que no distinguen la realidad de un pensamiento sobre la realidad, de ahí que podamos sentir estrés ante un pensamiento sin necesidad de exponernos al estímulo que lo causa. Esto implica que, al igual que hacen infinidad de deportistas, el visualizar situaciones que se desea que ocurran puede ayudar a verse más capaz de conseguirlas. Si se ha demostrado en sendos estudios que imaginarse a uno mismo tirando tiros libres o tocando el piano mejora el rendimiento en ambos casos ¿por qué no habría de hacerlo en situaciones de la vida diaria?
Diseña tu vida
Ahora he llegado el momento de ser más prácticos. Todo estos conocimientos no sirven para nada si no se ponen en práctica. Para poder alcanzar una vida satisfactoria es necesario ser arquitecto y albañil de nuestra propia vida. Diseñar y ponerse manos a la obra, pero antes de ponerse a actuar hay que decidir qué aspectos de nuestra vida queremos mejorar.
Para cambiar hay que saber a dónde se va y para eso es necesario marcarse objetivos. Para marcarse un objetivo adecuadamente es necesario definirlo de manera muy clara y repetirlo mentalmente hasta que quede grabado en la mente como un tatuaje. Diariamente recibimos infinidad de estímulos, cuando conseguimos que un objetivo esté grabado en nuestra mente, que forme parte del subconsciente, el sistema de activación reticular de nuestro cerebro ayudará a filtrar todos los estímulos relaciones con esa meta. Es decir estará alerta para avisarnos cuando algo nos pueda ser útil para alcanzar dicho objetivo.
Una vez decidido el objetivo debes empezar a diseñar el plan para lograrlo. Aquí es donde será necesario el aprendizaje, adquirir todos los conocimientos posibles para definir las acciones necesarias hacia el objetivo y empezar a visualizarlas en tu mente. Si empiezas a ser productivo, si consigues mantenerte firme en tus acciones y repetirlas día tras día acabarán convirtiéndose en hábitos.
Cuando se forma un hábito el esfuerzo para llevarlo a cabo es infinitamente menor. Si consigues crear hábitos saludables, hábitos hacia el logro de tu objetivos y estos acaban formando de tu rutina diaria a pesar de los fracasos, los pensamientos negativos y la impaciencia por ver resultados entonces habrás logrado cambiar tu realidad y con ello tu mente y tu vida.