¿Por qué la vida es tan díficil?

Seamos sinceros. Por más «zen» que queramos ser, siempre hay un obstáculo que superar, una relación que sanar, una emoción que eliminar, más dinero que ganar, una enfermedad que curar, algún desastre natural…

Pero ¿por qué?

La respuesta es: Porque vivimos en un mundo escuela y en la escuela aprendemos, no paseamos.

¿Has escuchado esa frase de «lo que es arriba es abajo»?

Es verdad y la podemos utilizar al revés también, para encontrar respuestas a nuestras preguntas trascendentales. Así que hagamos algunas preguntas que con suerte queden resueltas al final de esta corta lectura:

  • ¿por qué siempre hay problemas y no podemos vivir vidas tranquilas?
  • ¿por qué hay personas con más paz que otras?
  • ¿por qué existe el sufrimiento?
  • ¿por qué hay gente mala?

Pensemos en nuestra propia experiencia de vida.

En nuestros primeros años entramos a la escuela y pasamos por diferentes niveles escolares.

Pequeñitos y sin muchos conocimientos jalamos el pelo de otros compañeritos, los empujamos, a veces rasguñamos, tiramos los juguetes, rayamos muebles, etc… y quiero que notes que no es por maldad sino por curiosidad e inconsciencia… vamos aprendiendo lo que se hace, lo que no y por qué.

Seguimos creciendo, cambiando de años, madurando poco a poco y adquiriendo más experiencias. Todo esto forma nuestras mentes, razonamiento, perspectiva y herramientas para tener una vida adulta con más herramientas intelectuales y oportunidades.

Pasamos el jardín de niños, primaria, secundaria, preparatoria… algunos la universidad, otros la maestría y unos cuántos el doctorado. Y cuando un hombre o mujer madura llega a este último nivel, significa que ya superó todos los anteriores, que fue capaz de aprender, razonar y alcanza un nivel académico respetado y buscado. Además tiene muchos conocimientos que le ayudan a tomar mejores decisiones respecto a su vida escolar, a crear nuevas investigaciones y a mejorar el mundo con su aportación.

Y todos quisiéramos tener más conocimientos que nos ayuden a mejorar el mundo, tener medios económicos, reconocimiento y capacidad intelectual, pero no hay atajos. Debemos superar con nuestro esfuerzo cada una de las materias. Al doctorado no llegas ni de chiste con acordeones.

Lo mismo pasa con nuestra alma.

Todos compartimos una chispa divina que nació de una explosión de amor.

Una chispa tan pequeñita, que ha tenido que ir creciendo y aprendiendo con sus experiencias, las herramientas que le ayuden a ir superando etapa con etapa. En una vida pueden haber varias materias o una sola. Hay vidas que pasan sin pena ni gloria, las materias fueron sencillas. Pero hay vidas en las que no aprendimos la lección y «no pasamos de año». También hay vidas cargadas de sufrimiento.

En estas últimas, esa chispa divina tiene que superarlas con grandes esfuerzos, son almas gritando por crecimiento y ninguna lección se aprende mejor, que aquella que nos costó tanto trabajo.

Como cuando uno de mis clientes regresó a una vida pasada en la que había sido un soldado Nazzi. Me decía mientras estaba reviviendo esa experiencia que era un hombre bueno. Me lo repetía con dolor. «Era un hombre bueno. Yo solo hacía mi trabajo. No me gustaba lo que hacía, pero era mi trabajo”.

Le pedí que fuera al momento de su muerte en aquella vida y después de unos segundos, me respondió que había muerto de viejito en la mecedora del portón de su casa: «nunca fue igual, me morí siendo un viejito lleno de remordimientos».

Le pedí que dejara su cuerpo, que siguiera la luz y cuando ya estaba en ese espacio de paz al que llegamos siempre después de dejar el cuerpo atrás, le pedí que me dijera ¿cuál había sido la lección de esa vida? A lo que me respondió:

«Sobrevivir no es suficiente».

Su alma aprendió esa lección y en su vida actual, tenía que dejar ir la culpa para poder seguir adelante porque sentía que no merecía ser feliz. Sentía un dolor descomunal cuando veía a alguien sufriendo y una urgencia por hacer algo, resultando generalmente en la frustración de no poder hacer más.

Hoy le toca pagar con amor lo que la inconsciencia y el miedo cobraron con dolor.

La escuela es complicada. Los exámenes son estresantes, quizá algún maestro nos haga la vida imposible, algún compañero nos bulee, alguna materia se nos complique más que otras pero al final, este proceso nos da la capacidad de comprender una realidad más grande y abre nuestra mente, nos hace más grandes.

Por eso hay personas que ves llenas de paz, personas naturalmente sabias. Son almas viejas que vienen como maestros o a aprender sus últimas lecciones, seguramente unido esto último con su misión de mejorar el mundo.

También por eso, seguramente te has encontrado con personas o lo has visto en las noticias que parecen animales salvajes, agresivos, a quienes no les importa el daño que hagan con tal de saciar sus necesidades.

Claro que las circunstancias de su vida influyen, pero también muchas veces son personas con espíritus muy nuevos.

Este el mismo camino que recorre nuestra alma, la cual en sus primeras etapas puede causar daños sin la consciencia de lo que está generando y el daño que produce. La humanidad es más inconsciente que mala. Igual que los niños.