¿Puede ser la obesidad un trastorno con alcances mentales y emocionales?

En los últimos días, hemos tratado de hacer hincapié en lo difícil que puede ser la carga emocional durante los tratamientos para combatir la obesidad. No pocas veces se ven relacionados a otros trastornos metales como la ansiedad, la adicción a la comida o la depresión. Es por eso que la atención para estos síndromes tiene que ser integral, abarcando distintos aspectos de la salud. Incluso, cuando se realiza la indicación de una cirugía manga gástrica se toman en cuenta los elementos psicológicos para realizar un mejor acompañamiento del proceso de adaptación.

La necesidad de implementar diversas estrategias para el tratamiento de la obesidad y la diabetes se vuelve cada vez más urgente, pues las estadísticas han arrojado resultados extremadamente alarmantes. Si los malos hábitos alimenticios continúan y no hay una educación oportuna sobre los daños causados por la obesidad, se espera que dentro de los próximos diez años, la salud de los mexicanos vaya deteriorándose hasta colapsar.

Las enfermedades derivadas de estos padecimientos primarios son los que están causando gran merma entre la población y si se revisan los historiales clínicos de instituciones privadas y gubernamentales, también son de los más recurrentes.

Entonces, tenemos tres caminos importantes a seguir: el de la atención prioritaria de estas enfermedades, la prevención de las mismas y la educación para alcanzar un mayor nivel de nutrición alimenticia sin exceso desde que somos niños.

Pero volviendo a la parte psicológica del mismo, es importante también tomar en cuenta la parte emocional para la atención de estos tres sectores. Como humanos somos seres complementarios y se puede alcanzar un mejor equilibrio para la salud si se atienden cada una de las áreas que conforman nuestra salud personal.

Es por eso que para el artículo de hoy hemos reunido tres testimonios de pacientes que han sufrido obesidad, están en tratamiento o justo están en la etapa de decidirse a recibir atención médica. Les pedimos que nos hablaran un poco más sobre cómo creen o sienten que la enfermedad los ha afectado a nivel emocional, esto para comprobar la importancia de la atención en esta área. Por cuestiones de privacidad, nuestros testimonios son anónimos.

Adolescente, 15 años, en proceso de diagnóstico.

“Creo que la primera vez que fui consciente de que tenía sobrepeso fue cuando fui con mis amigas a comprar ropa. Aunque no todas somos iguales, fue realmente complicado encontrar una prenda que nos gustara pero que también nos quedara.

Tengo una amiga que es delgada y la talla que le ajustaba bien, era la extra grande. Es difícil cuando sientes que todo mundo te está juzgando, y en mi caso era más difícil, pues no encontré una sola prenda de la sección de jóvenes que me quedara, ni siquiera la talla que se probó mi amiga.

De hecho, la dependienta en dos ocasiones me indicó que no encontraría ropa de mi talla. Debido a una dolencia estomacal que terminó en gastritis fue que se me diagnosticó principios de obesidad y ahorita estoy en un tratamiento para comenzar a comer mejor. Sin embargo, me ha costado poder lidiar con la enfermedad, pues todos te juzgan, como si a ti te gustaría estar recibiendo prejuicios o burlas de los demás todos los días. Creo que es algo muy difícil de tolerar para alguien tan joven como yo, sobre todo, en una etapa como esta, en donde te sientes enojado y malhumorado todo el tiempo”.

Hombre, 45 años, programado para una cirugía manga gástrica.

“El doctor me explicó que había un problema en cómo percibía estar saciado. Como me crié en una familia de campesinos en donde el trabajo duro es cosa de todos los días, tenía esta idea de que había que comer en grandes cantidades para aguantar la jornada del día, pues generalmente sólo hacíamos dos comidas: una muy temprano y la otra ya bien entrada la tarde.

Llegué a rebasar los 100 kilos, sobre todo, porque con la edad el ritmo de actividad física fue disminuyendo. Para mí era algo difícil de entender pues cuando era joven jugaba futbol y aunque mi condición no era la de un atleta de alto rendimiento, ciertamente me encontraba bien. Pero supongo que fue cosa del metabolismo y cómo vamos envejeciendo.

Como he tenido síntomas que indican complicaciones por la obesidad, el doctor recomendó hacer una cirugía de manga gástrica para poder acelerar el proceso de adelgazamiento, y luego partir de un plan de alimentación. Yo creo que va a ser difícil, pues se va a tener que cambiar la forma en que como desde hacer años, sin embargo, opté por esto porque aún tengo hijos pequeños y no me gustaría que se quedaran desprotegidos a causa de mi enfermedad”.

Mujer, 60 años, diagnóstico de obesidad y diabetes.

“Para mí ha sido muy difícil lidiar con la enfermedad. La verdad es que estamos acostumbrados a no hacer mucho respecto a nuestra alimentación, sólo comemos y ya. Además, los casos de diabetes se fueron multiplicando en mi familia más cercana. Nosotros siempre hemos sido gorditos y, en general, no le habíamos prestado atención a eso, y pues en nuestro pueblo no se veía mal que uno fuera gordo, como que estábamos acostumbrados.

A la primera que le dijeron que tenía diabetes fue a mi hija, y unos meses después me la diagnosticaron a mí. De hecho, por mi obesidad era candidata a una cirugía de manga gástrica para reducir el peso, pero quien sabe qué paso, que comencé a perder peso de volada. Y es que el tratamiento que nos daban era muy caro y no podíamos sostenerlo, y como que eso nos fue acabando.

Mi hija murió hace tres años, muy mal. Es que no quería dejar de tomar coca ni abandonar el pan de dulce, y todo eso que dicen hace daño, ella decía que de todos modos iba a morirse. Para mí era una doble angustia pues no sólo se trataba de mi enfermedad, sino también de ver cómo le iba afectando a mi hija.

Es muy doloroso y complicado mantener la dieta, no sólo por los aprietos económicos, sino que a veces hay días tan malos que simplemente no te dan ganas de continuar nada. A mí, desde la muerte de mi hija me ha costado mucho controlar la diabetes y la obesidad porque siento como si la comida fuera algo que me ayuda a no pensar. Y pues sí me da miedo, pero eso, sí no sé cómo atenderlo, el doctor sólo me trata la obesidad y lo otro, pero esto no, me lo tengo que guardar yo sola porque tampoco puedo platicar mucho con nadie, no creo que lo entiendan. O, a lo mejor si mi hija todavía estuviera viva, lo entendería”.

Como podemos ver, en estos tres testimonios, hay un dejo constante de preocupación y de incomprensión que muchas veces distrae al paciente o le complica el proceso de recuperación. Es algo que el Dr. Spaventa ha tenido la oportunidad de ver en repetidos casos, por lo que en todo proceso de preparación para la cirugia de obesidad se debe de contar de manera forzosa de acuerdo a la NOM.

Y a las guias internacionales con un equipo multidisciplinario para someter a los pacientes candidatos a este tipo de intervenciones (como la cirugía manga gástrica) donde la terapia psicológica es una de las herramientas mas importantes como una vía de recuperación emocional que ayuda mucho a hacer el tratamiento más efectivo.