Hoy día, una de las características más maravillosas del mundo gastronómico es la capacidad para innovar, crear, descubrir y elaborar miles de combinaciones con distintos alimentos. Podríamos considerar las cocinas de todos los países del mundo como ventanas abiertas para relacionarse e intercambiar montones de ideas y productos.
Gracias a las distintas culturas y tradiciones hemos tenido la oportunidad de degustar alimentos que antes desconocíamos, los cuales, se relacionan perfectamente con productos autóctonos. El resultado es la presentación de platos riquísimos para disfrutar y alimentarnos.
Las salsas de soja son tradicionales de oriente y ahora las podemos encontrar en muchos comercios para utilizarlas en casa como condimento. Se elaboran mediante la fermentación de los granos de soja con trigo tostado (excepto el tamari que no lleva trigo y es apto para celíacos), sirven para aderezar y dar sabor a los alimentos y además contribuyen al aporte en proteínas y antioxidantes. No contienen grasas pero si hay que tener en cuenta que son ricas en sal.
Es importante escoger un shoyu o tamari de calidad y ecológico. Algunas empresas debido a la demanda de estos productos han elaborado una especie de salsa de soja que no tiene nada que ver con la tradicional y no respeta ningún proceso de fermentación.
La salsa de soja es ideal para acompañar comidas tanto orientales como occidentales. Combina muy bien con verduras fritas, arroz, pasta; al igual que con sopas, marisco, carnes, proteínas vegetales como el tofu… Evidentemente también es imprescindible para el sushi y el sashimi.
Sustituir la sal por salsas de soja es una buena opción, así al mismo tiempo enriquecemos nuestros platos dándoles un toque muy especial. Además por ser un producto fermentado ayuda a tener mejores digestiones.