Schloss Charlottenburg

El Palacio de Charlottenburg es el más importante y bello de los que se pueden visitar en Berlín. Está ubicado en el barrio Charlottenburg, antiguo corazón de la zona Occidental que hoy ha quedado algo alejado de la ruta habitual del turista en detrimento de otras zonas. Charlottenburg es una zona residencial pero que aun así cuenta con atractivos interesantes como la zona de compras en Kurfürstendamm y sobre todo este Palacio, el más importante, opulento y bello de la ciudad.

Llamado en sus orígenes palacio de Lietzenburg, se inició su construcción en 1695 como residencia de verano de la esposa del príncipe Federico III, Sofía Carlota. Cuando el príncipe se convirtió el rey el palacio, de planta más modesta, se amplió inspirándose en Versalles. La reina Carlota no llegó a verlo terminado y tras su muerte, en 1705, pasó a llamarse Charlottenburg en su honor.

Posteriores miembros de la realeza hicieron cambios en el edificio, actualizándolo, ampliándolo, hasta convertirlo en un ostentoso palacio de 505 metros de ancho. La segunda Guerra Mundial lo destruyó en parte aunque se reconstruyó en los años 50.

La parte central y más antigua es el Altes Schloss, palacio antiguo. Nada más llegar nos recibirá una impresionante estatua ecuestre del rey, obra de Andreas Chlüter. Una vez dentro el turista accede a los aposentos privados de Federico I, situados en la planta baja. Habitaciones llenas de brocados y opulencia siguiendo el más puro estilo barroco que nos trasladará a pleno siglo XVIII. De todas estas estancias destaca la galería de roble, un salón forrado de madera y tapizado con retratos reales, la sala oval con vistas al parque, el dormitorio del rey que incluyó el primer cuarto de baño de un palacio barroco y la famosa cámara de porcelana llena de porcelana azul de origen asiático.

En la planta superior, donde originariamente estaban los aposentos de Federico Guillermo IV, hay ahora una muestra de armas, porcelana, tapices, pinturas, jarrones y demás piezas que hacen más comprensible al turista como era el estilo de vida de la realeza.

Junto a la zona antigua el visitante puede conocer también las salas que forman parte de la llamada Neuer Flügel (nueva ala), construida en 1746 por el arquitecto más famoso de la época por orden de Federico el Grande. En esta zona se encuentran las salas más bonitas y valoradas por los turistas como la galería dorada, plagada de espejos o la sala de conciertos.

Junto a la Nueva Ala forman parte de este complejo el Nuevo Pabellón, que alberga pinturas de artistas berlineses, el Belvedere, con obras maestras de porcelana, el Mausoleum, donde reposan los restos de varios reyes prusianos, además de un par de museos.

Cada una de estas construcciones se visitan con entradas independientes, aunque existe la opción de comprar una conjunta para ver los edificios principales.

Pero edificios no es lo único que se contempla en esta visita. Uno de los grandes atractivos del palacio es su entorno, sus extensos jardines son idílicos. Una parte sigue el estilo inglés y otra es de inspiración francesa. El visitante puede pasear por cuidados senderos entre árboles centenarios y disfrutar de un precioso lago, y todo ello sin pagar entrada.