Entre dunas y desierto se eleva desde la prehistoria el parque Ischigualasto, también conocido como el Valle de la Luna, cuya belleza radica en su riqueza paleontológica, pero sobretodo en sus sorprendentes geoformas, que se imponen cuan iceberg en un lago helado.
Adentrándose en su seco y quebradizo paisaje, a simple vista nada nos haría siquiera imaginar que hace unos 248 millones de años, fue un lugar poblado por los primeros dinosaurios y mamíferos, por ello su fama radica en la gran cantidad de restos fósiles que yacen, condensados, desde el período triásico de la Era Secundaria
Su paisaje dibujado por rocas y llanuras arenosas cuenta la historia a través de fósiles de animales y plantas disecadas, cuan fotografía de eras pasadas, que deja maravillado al visitante con las magníficas esculturas en roca que el agua y el viento han labrado en este valle durante miles de años, y que son esqueletos actuales de inigualable valor, tanto natural, como histórico, entre los que se pueden destacar el imponente Submarino, una de las formas más características y difundidas de Ischigualasto, que transmite la sensación de pequeñez a la que pocas veces los humanos modernos nos exponemos.
Ofrece, además la oportunidad de una visión espectacular de todo “La Hoyada”, desde donde se puede observar, tanto las castañas rocas de la Formación Los Rastros como las “Barrancas Coloradas”, intercalándose en una interminable sucesión lomadas grises de la fosilífera, que nos cuenta que hace unos 200 millones de años, por allí convivían ríos y vientos, en un clima árido y cálido, artesanos de las más maravillosas esculturas de arcilla, roca y arenisca que deja impactado al espectador.