La enfermedad crónica que se caracteriza principalmente por un exceso de acumulación de grasa en diferentes tejidos y órganos del cuerpo humano, se conoce como obesidad.
Esta enfermedad o padecimiento aqueja no sólo a un sector de la población, actualmente se considera que es un problema de salud pública pues tanto niños como adultos, sin importar el género, y muchas veces sin importar siquiera las condiciones socioeconómicas, la han desarrollado causando estragos en el sistema de salud incluso de los países más avanzados, no sólo en cuanto a la ciencia y la tecnología se refiere, sino también a la implementación de programas que buscan contrarrestar el creciente número de individuos que sufren de obesidad y que son, por la misma razón, propensos a desarrollar otro tipo de enfermedades que ponen en riesgo su vida o que disminuyen dramáticamente la calidad de la misma.
En la actualidad, existen diferentes formas de clasificar la obesidad, una de ellas, probablemente la más importante, es mediante el IMC o Índice de Masa Corporal, pues es el sistema más utilizado a nivel mundial ya que está avalado por la OMS, es decir, la Organización Mundial de la Salud, el órgano internacional erigido por la ONU o la Organización de las Naciones Unidas con la finalidad de crear políticas principalmente de promoción de la salud, de prevención del detrimento de la misma, y de intervención para brindar ayuda o apoyo en caso de ser necesario.
Así pues, esta organización clasifica la obesidad con un cálculo matemático, ya que el IMC es una fórmula muy sencilla que divide el peso (en kilogramos) entre la talla (en metros al cuadrado), el resultado de la operación determina si el individuo padece o no de obesidad, y si la padece, qué tipo o grado padece.
Lo ideal es estar entre 20 y 25 de IMC, pero si el IMC es de 25 a 30 entonces se tiene sobrepeso, si el IMC va de 30 a 35 se considera como obesidad grado I, si está en el rango que va de 35 a 40 es obesidad grado 2 y si está en el margen de 40 a 50 es obesidad grado 3, finalmente, si el IMC es mayor a 50 se emplea el término superobesidad.
Las personas que tienen un IMC de 35 en adelante, regularmente desarrollan otro tipo de enfermedades que son consecuencia del sobrepeso que tienen.
Así pues, los individuos con obesidad de tipo o grado 2, pueden padecer enfermedades tales como la diabetes tipo 2, la presión arterial alta, el colesterol o los triglicéridos elevados, padecimientos que en su conjunto se conocen como síndrome metabólico, no leyó mal, una persona con obesidad grado 2 puede sufrir de todos los padecimientos que acabamos de mencionar al mismo tiempo; además, puede sufrir de apnea del sueño y afecciones osteoarticulares.
No obstante, los individuos con un IMC de 40 o más son los principales candidatos a la cirugía bariátrica, pues están en el mayor de los peligros.
Existen tres tipos de procedimientos quirúrgicos empleados en el tratamiento de la obesidad, estos son: los procedimientos restrictivos, los procedimientos malabsortivos puros y los procedimientos mixtos, que como su nombre indica, combinan los dos anteriores, pero cabe destacar que el principal es el bypass gástrico.
Este último se realiza mediante una cirugía que combina restricción, es decir, la implementación de aquellos cambios en el aparato digestivo que hacen que el paciente coma poquito, se llene rápido y, en consecuencia, baje de peso, y mala absorción, es decir, el cambio inducido en el cuerpo para que este provoque una absorción menor o inadecuada, en grados muy leves, principalmente de las grasas que se ingieren.
El bypass gástrico es la cirugía que se realiza con más frecuencia en todo el mundo y que, además, se suele considerar como el estándar de oro, o el procedimiento más apto y efectivo para el tratamiento de las personas que padecen de obesidad y que cuentan, por el grado de sobrepeso que tienen, con problemas metabólicos asociados como los que ya mencionamos hace un momento.
La cirugía bariátrica se realiza por laparoscopia o mínima invasión, lo que hace que la recuperación sea muy rápida, esta consta de dos días de estancia en el hospital y una semana de recuperación en casa, por lo que pasarán aproximadamente 10 días para que el paciente se encuentre totalmente repuesto de la intervención y pueda estar listo para regresar a sus actividades regulares o cotidianas, pues casi nunca se dan complicaciones con esta técnica.
Para garantizar que las probabilidades de que exista cualquier complicación post operatoria sean prácticamente nulas, esta cirugía requiere de una planificación y una ejecución hecha por un equipo de especialistas, por un grupo con un carácter multidisciplinario, ya que debe estar integrado por un médico cirujano, un nutriólogo, un psicólogo, un especialista en medicina interna, y otro en anestesiología.
No olviden que es sumamente importante el seguimiento postoperatorio, al menos durante un año, para poder tener un buen resultado, así como para evitar consecuencias nutricionales negativas después de la cirugía.
Con esta cirugía se puede perder aproximadamente el 70% de exceso del peso que tenía el paciente antes de la misma, en un lapso de un año, regularmente.