Actualmente, el lunch de los niños debe ser nutritivo, enfocándose en ciertos nutrientes como el DHA.
La obesidad infantil en nuestro país ha aumentado drásticamente. En la actualidad, 26% de los niños en edad escolar y más de 30% de los adolescentes mexicanos padecen sobrepeso u obesidad, y la cifra sigue creciendo cada año; estamos viviendo con niños más sedentarios que pasan al menos dos horas frente a la televisión diariamente. Nuestros pequeños están padeciendo enfermedades crónico-degenerativas que antes eran exclusivas de los adultos. Por lo tanto, la situación es grave.
La alarma se ha encendido y las autoridades lo confirman: “Quizá, ésta sea la primera generación de mexicanos cuya expectativa de vida sea menor a la de sus padres”, señaló José Ángel Córdova Villalobos, secretario de Salud, refiriéndose a los niños entre cinco y 11 años en periodo escolar.
Como parte de un esfuerzo colectivo por mejorar la salud de nuestros niños, las secretarías de Salud y de Educación Pública federales lanzaron lineamientos para las cooperativas escolares, las cuales delimitan el tipo de alimentos y las porciones que se pueden ofertar a los niños según el grado escolar que cursen. La concentración energética del lunch crece con la edad, así como también la oferta permitida.
Y esto es no tanto por controlar la energía consumida (a fin de cuentas el niño pasa en la escuela menos horas/semana que en su casa) o para resolver el problema de un solo pincelazo, sino como medida educativa para visualizar a la escuela como un sitio de promoción de nuevos hábitos.
Las grasas fuera, pero…
El problema con estos lineamientos está en los detalles, ya que es posible confundirse un poco ante el tipo de alimentos que se pueden ofertar. Tomemos por ejemplo las grasas; en general, se busca minimizar la cantidad de grasas que los niños consumen. Así, quedan fuera las enchiladas fritas, las tortas de milanesa y muchos productos empacados ricos en grasa; pero no todas las grasas tienen el mismo efecto en el cuerpo del pequeño, pues las contenidas en los alimentos de origen vegetal son muy importantes para el correcto funcionamiento del cuerpo pues ayudan a la salud cardiovascular, al mantenimiento de los ojos y a muchos otros sistemas. Por eso es importante dejar en los refrigerios alimentos como aguacates, cacahuates y otras fuentes de dichos lípidos.
En especial, para el desarrollo de los niños son esenciales los ácidos grasos omega 3 y su derivado el DHA. Este último es el ácido graso más abundante en el cerebro y se encuentra especialmente en las zonas de pensamiento complejo y se asocia a la capacidad de memoria, concentración y, en general, al aprendizaje, pues promueve la sinapsis (conexión) entre las neuronas. Dicho ácido graso no es fácil de encontrar en las cooperativas escolares ni en las loncheras pues se encuentra de forma natural en los pescados de agua fría, como salmón o atún y en las algas de los mismos mares.
A manera de conclusión, el esfuerzo de la sociedad, gobierno, escuelas y padres de familia debe ir orientado a que los niños en México (y el resto del mundo) tengan una vida más activa, hagan más ejercicio formal, coman alimentos más sanos y en porciones adecuadas a su edad, composición corporal y actividad física, disfrutando de las verduras, frutas, cereales integrales, leguminosas y del agua natural.