Con 14 millones de casos nuevos y 8,2 millones de muertes anuales, el cáncer es una de las enfermedades más devastadoras a las que tiene que enfrentarse el ser humano. Por esa misma razón, es una de aquellas a las que más dinero se destina. Una de las últimas investigaciones sobre el tema ha desvelado el papel negativo que puede jugar el estrés a la hora de propagar la enfermedad por el organismo. Sin embargo, hasta el momento, no hay ninguna evidencia para defender que el estrés puede causar cáncer.
Según los investigadores australianos, el estrés puede provocar que el cáncer se extienda hasta seis veces más rápido en el cuerpo, “convirtiendo el sistema linfático del cuerpo en una superautopista para las células del cáncer de pecho”, según han explicado los investigadores a ‘ABC’.
Nuestro estudio revela una comunicación inesperada entre las señales neuronales inducidas por el estrés y la inflamación
“El estrés envía una señal al cáncer que provoca que las células tumorales escapen de este y se distribuyan por el cuerpo”, explica la autora. También compara el estrés con “un fertilizante” que juego un papel decisivo a la hora de que las células infectadas se distribuyan por todo el cuerpo generando metástasis.
Hasta seis veces más rápido
Por ahora, los investigadores se han centrado tan solo en ratones con cáncer de pecho. Como explica la doctora Caroline P. Le, que ha formado parte del grupo de investigadores, sus experimentos mostraron cómo el cáncer de los ratones estresados se extendía hasta seis veces más rápido que el del grupo de control. El estudio concluye que “nuestros descubrimientos revelan una comunicación inesperada entre las señales neuronales inducidas por el estrés y la inflamación, que regula la arquitectura linfática del tumor y la diseminación de las células tumorosas linfogénicas”.
Como explicaba la autora a ‘The Daily Mail Australia’, el cáncer es de por sí una experiencia estresante. “No se trata de decir ‘¿debería estresarme menos’?, sino de saber qué es lo que resulta estresante para tratar al paciente de manera acorde”, señalaba la doctora Sloan. Ello no quiere decir que deba eliminarse el tratamiento, sino que este debe plantearse de manera que tenga el menor impacto en la estabilidad psicológica del paciente.
En este proceso resulta clave el factor de crecimiento edotelial vascular (VEGF), una proteína implicada en la vasculogénesis y la angiogénesis que también contribuye a la migración de las neuronas, las células epiteliales renales y las células tumorales. Es el VEFG el que contribuye a que el estrés favorezca la difusión por el sistema linfático, que a su vez depende de los inhibidores selectivos de la ciclooxigenasa (COX-2) de las células macrófagas.
Cuando los ratones recibieron una medicación con beta bloqueadores, la respuesta negativa causada por el estrés fue eliminada por completo
La investigación puede tener importantes aplicaciones a la hora de seleccionar una terapia, puesto que tratamientos como la quimioterapia o la cirugía pueden causar grandes cantidades de estrés. Según los autores del estudio, hay una medicina que actualmente se utiliza para tratar los problemas de tensión alta y las arritmias que puede prevenir este efecto del estrés en la propagación del cáncer, inhibiendo el funcionamiento del sistema nervioso simpático (SNS). Este medicamento, llamado Propranolol, contiene beta bloqueadores que previenen esta respuesta por parte del organismo compitiendo con la adrenalina para reducir el ritmo cardíaco y la presión sanguínea. Cuando los ratones recibieron esta medicación, la respuesta negativa causada por el estrés fue eliminada por completo.
¿Qué papel juega de verdad el estrés?
A pesar de que la investigación se centra en el papel que juega el estrés a la hora de acelerar a la metástasis, no existe ninguna prueba de que la enfermedad pueda surgir solamente por sufrir grandes niveles de ansiedad. Como señala Cancer Research UK, la agencia inglesa de prevención de la enfermedad, “los eventos estresantes pueden alterar los niveles de hormonas y afectar al sistema inmunitario, pero no hay ninguna evidencia de que estos cambios puedan conducir al cáncer”.
¿Puede influir el estrés en la aparición del cáncer de mama?
La agencia recuerda que, a pesar de que algunas investigaciones han defendido que el estrés puede causar cáncer de mama (como es el caso de una realizada por investigadores suecos), aún no se puede confirmar con rotundidad tal extremo. La mayor parte de experimentos que han mostrado dicha vinculación solo tenían en cuenta muestras muy pequeñas, mientras que los metaanálisis realizados con más de 100.000 participantes no han encontrado ninguna relación. Otra cosa es que, como recuerda la agencia, las situaciones estresantes pueden conducir a tomar decisiones perniciosas sobre hábitos de vida, como fumar, beber o comer de manera inadecuada.
Las recomendaciones estadounidenses se muestran de acuerdo con dicha tesis. “Algunos estudios han indicado una vinculación entre varios factores psicológicos y un mayor riesgo de desarrollar cáncer, pero otros no”, señala. Además, una persona puede tener una posibilidad mayor de sufrir la enfermedad en caso de que un pariente también la sufra, pero esto se debe a la herencia genética, “no al estrés inducido por el diagnóstico de otro miembro de la familia”.
Una investigación añadía que las hormonas del estrés podían afectar al tratamiento del cáncer de mama triple negativo, provocando resistencia a fármacos
La agencia americana también recuerda que, hasta el momento no había muchas evidencias de que el estrés pudiese afectar negativamente el desarrollo del cáncer, aunque citaba diversas investigaciones que habían señalado que podía ser así: una de ellas, publicada en el año 1989 en el ‘European Journal of Cancer and Clinical Oncology’, señalaba que los factores psicológicos podían alterar las respuestas del tumor a través de mecanismos neuroendocrinos; otra investigación más reciente publicada en el ‘British Journal of Cancer’ añadía que las hormonas del estrés podían afectar negativamente el tratamiento del cáncer de mama triple negativo, provocando resistencia a fármacos como el paclitaxel.
A ellas hay que añadir la recién publicada en ‘Nature Communications’, una evidencia más de los efectos negativos que puede tener el estrés durante el tratamiento de la enfermedad más allá de la adopción de estilos de vida no recomendables. Los investigadores aseguran que el próximo paso será probar con pacientes humanos si dicha medicación puede detener la propagación del cáncer.