Los nombres en la novela romántica

A la hora de poner nombres, en novela romántica, parece que todo vale. Y no, no es así. Últimamente he leído una serie de libros que sus protagonistas tenían nombres infumables y eso me ha hecho pensar en qué criterio se tiene a la hora de nombrar a los personajes.

Los nombres en novela romántica histórica

Aunque pueda parecer que en novela romántica histórica debe haber menos jaleo, es todo lo contrario. Los mayores desaguisados los he encontrado en este género. A mí, así sin más, no me entra en la cabeza que un señor español del siglo XIX se llame Douglas, por ejemplo. No me cuadra si su padre se llama Paco, su madre Matilde y su hermano Pablo. Sí, no le vamos a poner al pobre Desiderio, pero tampoco hay que exagerar para darle protagonismo, sobre todo si va a ser el protagonista.

Lo mismo nos puede pasar con una protagonista femenina, si ella es una dama del siglo XIX en la Regencia inglesa, lo siento, no se va a llamar Alisha, se llamará Alice y tiro porque me toca.

No me gustan los nombres a destiempo porque sí, si le damos un trasfondo al nombre o una explicación, me vale. Imaginaos que nuestro Douglas es el hermano mayor de Pablo, pues su madre, Matilde, se casó con un comerciante inglés y le puso su nombre. En el pueblo le llaman «Daglás» y todos tan contentos. Su padre, en realidad, siempre fue Paco, que es el segundo marido de su madre. ¿No os parece así creíble que el buen muchacho se llame Douglas? Incluso que se llame Douglas, el inglés. Rebuscado, sí, pero a mí así casi me vale.

Ahora continuemos con lady Alisha, que, en realidad se llama Alice, pero como su familia ha pasado mucho tiempo en la India, se ha acostumbrado a que la llamen así. Cuando vuelve a Londres para la temporada, llama la atención tanto ella como su nombre. ¿Mejor? ¿Compramos Alisha como nombre?

Los nombres en novela romántica contemporánea

Bueno, esto sí que es el coño de la Bernarda un lío brutal. En el último libro que me leí de SEP, Como en una montaña rusa, la protagonista se llamaba Honey Moon… ¡Honey Moon! Si no estáis muy puestos en inglés os diré que es Luna de Miel. Pero la autora le pone un Jane por medio y listo. Por mucho que me gustara el libro, por mucho que ella me gustara, cada vez que leía su nombre, me entraban escalofríos.

Otro libro de SEP que me leí, Besar a un ángel, la muchacha se llama Theodosia. Y no, no se lo pone su padre borracho en la puerta del Registro o su madre tenía un extraño sentido del humor, o de decirle que nunca fue buscada. No, se llama así porque su madre es una excéntrica. Vamos, claro, mi madre es una excéntrica y se tinta el pelo de azul, pero no me encasqueta un Theodosia. Hombre, no. Y, para arreglarlo, todo el libro la llaman Daisy. Pues ponle a la criatura Daisy desde el primer momento, digo yo…

Hoy en día se le puede poner casi cualquier nombre a un chiquillo, sí, estamos de acuerdo, pero a mí me sigue sonando raro que una chica de Burgos se llame Clementine si no tiene ningún pariente inglés. O que un señor del París de la Francia se llame José Miguel si sus dos padres son belgas, por ejemplo.

No sé si soy yo, que soy muy tiquismiquis para los nombres, pero es que me sacan mucho de contexto. Algún día os haré una lista de los peores nombres con los que me he topado en novela romántica. ¿Os pasa también a vosotros todo este lío de los nombres?