Tenemos a veces muy malas costumbres. Empezamos a hacer las cosas de una determinada forma, y ya no hay quien nos saque de ahí, por mucho que nuestra madre, la abuela o un nobel de la ciencia nos digan que es más efectivo de otra manera.
Pero eso tiene que cambiar. Vamos a dejar ya de ser unos kamikazes de la cotidianeidad y a empezar a hacer las cosas bien. La revista ‘Men’s Heatlh’ hace un repaso de algunas de las cosas con las que nos complicamos la vida, y que en realidad podríamos hacer mejor y con menos esfuerzo.
Mantener las hierbas frescas
¿Te gusta tener albahaca o menta fresca en la cocina para cocinar? ¿Qué hacemos con toda esa hierbabuena que compramos para los mojitos cuando se van nuestros amigos? ¿Compraste quizá cilantro para hacer un ceviche y te diste cuenta de que era demasiado para una sola vez? Y sobre todo, ¿por qué permitimos que nos cobren impunemente el perejil en algunos supermercados?
Misterios del capitalismo aparte, el hecho es que el frasco de perejil que había en casa de la abuela estaba ahí por alguna razón. Ahora es común comprar en el supermercado, envasadas en plástico algunas de estas hierbas. ¿Qué haces para guardarlas? Muy fácil, las dejas en su mismo plástico. ¡Muy mal, imprudente!
El bote del perejil de casa de la abuela estaba ahí por alguna razón. Al dejar productos frescos en el plástico se pudren con mucha más velocidad. Luego vas a la nevera cuando los necesitas, y te encuentras con que están completamente pochos. Lo que hay que hacer es sacar las hierbas del plástico, lavarlas y secarlas (mejor con centrifugador de lechuga), y después meterlas en un frasco de cristal con un par de centímetros de agua, aproximadamente. Así se mantendrán frescos mucho más tiempo.
Abrir un plátano
Cuántas veces hemos intentado abrir dignamente un plátano y, al tirar de la parte de arriba, si el tallo está blando, nos resulta harto complicado. En ese caso terminaremos, con cierta ineptitud, dejando la tarea para el cuchillo.
Los que ni tienen cuchillo ni lo necesitan son los monos. Ellos abren plátanos como los mecánicos de Fernando Alonso cambian ruedas (fácil y velozmente, no seáis suspicaces) y, si les hiciéramos caso, nos haríamos la vida más fácil.
Para abrir el plátano, los primates hacen al revés: presionan en la parte inferior del mismo, que cede con facilidad y pueden abrirlo en poquísimo tiempo y sin ningún problema. Todo un espectáculo de la naturaleza.
Sacar la comida de las latas
Hoy no se cocina. Vamos a abrir una lata de fabada asturiana, de esas que sale una abuela muy dicharachera y que por más que queremos hacernos los cocinerillos y decir que la comida en lata no, nos encanta. La abres sin problema, con cuidado de no cortarte, no seas torpe, y la vuelcas en un plato que ni Ferrán Adriá el día de Nochebuena, pero ¿qué pasa ahí al fondo? Que no cae todo, ¿verdad?
Tenemos el truco perfecto para ti: cuando compres la lata, al guardarla en la despensa asegúrate de que la pones boca abajo. Así de sencillo.
Lo que ocurre es que se produce una especie de “sedimentación” en la parte de abajo, por estar tanto tiempo en la misma posición. Si la pones del revés, el contenido se acumulará en la parte de la tapa, y no tendrás problema al sacarla del recipiente. Consejo no apto para personas con TOC. Si eres de los que no soportas ver las letras al revés, no te tortures, sigue usando la cuchara.
Limpiar el microondas
Bueno, para ser tan chefs, la verdad es que utilizamos el microondas más de lo que deberíamos. Uno de los electrodomésticos de cocina que más usamos y menos limpiamos, qué paradoja. Probablemente sea porque lo usamos deprisa o para cosas menores y dejamos la limpieza para otro momento porque, en realidad, casi ni lo hemos usado.
Y luego pasa lo que pasa, que cuando queremos ir a limpiarlo la suciedad está fosilizada, porque tú creías que no, pero al calentar esa salsa de tomate hizo un ‘plof’ furtivo sin que te dieras cuenta, y aquello se ha quedado petrificado.
El frotar se va a acabar aquí también. Mete en el microondas una esponja empadada en agua y (sí) ponlo a calentar durante un minuto con esta dentro. Parece raro, pero la humedad que desprenda la esponja con el calor hará que se remoje la suciedad incrustada y salga más fácilmente.
Pelar patatas
¿Qué crees que te vamos a aconsejar? ¿Un pelador? Principiante… Deja los objetos cortantes, que vas a hacer daño a alguien. Hay una forma mucho mejor de pelar las patatas para no desperdiciar ni un milímetro.
Lava las patatas y luego haz una marca o pequeña hendidura alrededor de todo el perímetro de la patata, aproximadamente por la mitad. Échalas a hervir con piel y todo y, un poco antes de que estén hechas (si están blandas se deshacen), las sacas y las expones a un buen chorro de agua fría. Llegados a este punto, solo hay que tirar de la piel con los dedos y saldrá sola con facilidad.
Cortar el papel de aluminio
Si eres una de esas personas que sacan al maniático que todos tenemos llevamos dentro, ahora sí, este es tu momento. Tanto el papel del aluminio como el film transparente son algo engorrosos de cortar; entre que el corte no sale recto y que el papel se sale de la caja cuando tiras, al final acabamos tirando de cuchillo.
Pero en esto basta solo con observar. Aquí va el secreto: en la mayoría de cajas en las que vienen estos productos, hay una indicación en las esquinas que pone algo como “pulsar aquí”. Esas pestañas hacen una especie de pinza que sujeta el papel para que no se salga de la caja cuando lo cortamos. Puede no ser un truco mágico, pero merece la pena probarlo.