Ser ecológico, o la ‘responsabilidad consciente’

Para algunos ser ecológico es una forma de vida, natural y espontánea, un acompañar a la naturaleza, sin forzar procesos y sin más que tomar lo que se nos da, tal y como lo recibimos.

Para otros, ser ecológico es asumir conscientemente ciertas responsabilidades, que como seres habitantes de esta Tierra tenemos para con nosotros mismos y con el medio. Esta aceptación y puesta en marcha de responsabilidades puede traer, además de mucha satisfacción por estar actuando de acuerdo a ciertos valores, muchos quebraderos de cabeza, si llevamos cada acción al análisis profundo, para tener la tranquilidad de que realmente se está actuando según esos valores.

Los ejemplos pueden ser muy amplios, tanto para las acciones naturales y espontáneas, como para las más meditadas y/o forzadas.

Expongamos una definición concreta de ecológico, para situarnos mejor:

Ecológico, ca

  1. adj. Perteneciente o relativo a la ecología.
  2. adj. Realizado u obtenido sin emplear compuestos químicos que dañen el medio ambiente. (Agricultura ecológica, Tomates ecológicos).
  3. adj. Dicho de un producto o de una actividad: Que no es perjudicial para el medio ambiente. (Combustible ecológico).

La primera acepción hace referencia al término madre, por lo que también es conveniente revisar este concepto:

Ecología

De eco- y -logía.

  1. f. Ciencia que estudia los seres vivos como habitantes de un medio, y las relaciones que mantienen entre sí y con el propio medio.
  2. f.medio ambiente. Defienden la ecología de su comarca.

Entonces ser ecológico se podría manifestar de las siguientes maneras:

  • Como practicante de la ecología, siendo Ecólogo, o sea una persona especializada en el estudio de los seres vivos, sus relaciones y las interacciones con su entorno.
  • Por extensión de lo que realiza: una persona que fabrica o produce sin utilizar determinados compuestos, que perjudiquen de alguna manera el medio ambiente, es decir, que no dañen la ecología, entendida como el equilibro de un entorno y sus habitantes.

El primer caso es muy claro y concreto, ya que está referido a una actividad profesional, el ecólogo. El segundo es mucho más amplio y difuso ya que cualquier acción humana con esas características podría enmarcarse como una actividad ecológica.

Ahora bien, volviendo al principio, el hecho de ser una persona ecológicamente espontánea, se ve verdaderamente comprometido por el entorno en el que habite. El ser humano ha llegado a puntos extremos de humanización de los paisajes, donde la carencia de elementos naturales es el marco contextual para la vida. Es difícil vivir ajeno a todo producto o proceso industrializado, alterado en su esencia para cumplir con ciertos estándares que marca el mercado y nosotros mismos como demandantes y consumidores, tanto en una ciudad como incluso en un pueblo.

Para empezar por lo más básico, sería ideal producir nuestros propios alimentos, nuestro abrigo y nuestro refugio. Se trataría de volver a los inicios, a lo sencillo de la vida regida por los ciclos del sol y gobernada por la naturaleza; dejando de lado muchas de las comodidades que, a día de hoy, el ser humano ha conquistado, pero retomando actividades y procesos artesanales, por otro lado, muy gratificantes.

Pero esa realidad no se ofrece como posible para todas las personas. La mayor parte habitamos espacios reducidos, normalizados por la industria, el comercio y el consumo. Tanto nuestros alimentos, como nuestro abrigo y refugio no provienen directamente de nuestra manufactura. Se trata de una tercerización de las necesidades que, por los motivos que fueren, cayeron en otras manos. Empleamos nuestro tiempo en generar dinero para comprar esos productos o servicios que necesitamos.

En este marco, nuestra acción ecológica más importante está, claramente, vinculada al consumo. Se trata entonces de controlar, en la medida de nuestras posibilidades, la procedencia de los productos que consumimos, los procesos que se han realizado para su fabricación, los materiales empleados… Los sellos ecológicos nos dan ciertas garantías de acuerdo con ésto, la información que nos dan las etiquetas no se puede obviar. Por otro lado, y muy importante también, es la reducción de los deshechos, la reutilización de lo aprovechable y el reciclaje en última instancia.

En resumen, para ser más ecológicos:

  • Aprovechar más y mejor nuestra propia fuerza y energía física,
  • Fabricar y producir (cuanto más natural mejor),
  • Utilizar energías limpias,
  • Consumir ecológico (sellos y etiquetas),
  • Reducción de deshechos (minimizar la cantidad de envases, bolsas, compras a granel…),
  • Deshechos biodegradables,
  • Aprovechamiento/reutilización,
  • Reciclaje y reciclaje externo.

Es necesario actuar con conciencia, teniendo la tranquilidad de ser coherente. Si aceptamos lo que hemos construido y asumimos conscientemente ciertas responsabilidades, es posible hacer cambios significativos para el desarrollo ecológico y sostenible de nosotros mismos y de nuestro entorno, a nuestro nivel de incidencia.